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Así ganó esta policía lesbiana una batalla contra la discriminación en Colombia


2018-07-26
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HOMOSENSUAL

Conocimos la historia de la primera mujer lesbiana que la Policía de Colombia tuvo que reintegrar a sus filas después de haberla discriminado. Entre afanada por las reuniones, tal vez sobre seguridad, que le esperan para la noche y atenta mientras riega agua a las plantas de su escritorio, la Teniente Coronel Sandra Mora nos recibe en su oficina en Bogotá; apenas en unos minutos para descifrar su vida, transitada en el secuestro y la discriminación, pero narrada desde la valentía, el compromiso con la sociedad y el orgullo. Esta es su historia.

Teniente coronel Sandra Mora en 2011. / Foto: tomada de anitacubillos.blogspot.com

El inicio de una convicción

Su madre, enfermera jefa en el mejor hospital materno infantil de Colombia para la época y lugar donde la coronel Sandra pasó los primeros siete años de su vida, salió de la capital siguiendo una mejor oportunidad laboral y confiando su hija a una familia que terminó secuestrándola.

De la casa donde permanecía en cautiverio al centro oriente de Bogotá, intacta aún hoy, según la Coronel que ha vuelto varias veces a recorrer las mismas calles de su triste infancia, fue sacada en un camión de papa hacia el occidente del país: “Me llevaron a Pereira, a robar; me llevaron a Cali, a robar; en Bogotá me llevaban a los almacenes a robar”, siempre amenazada de muerte, comenta Sandra Mora, de los más de tres años de cautiverio antes de que su madre la ubicara en Armenia, Quindío, rosando ya los 12 años de edad y una rebeldía, formada a través de los años para sobrevivir, que no le permitió acoplarse a su nueva familia.

En el transcurso del secuestro la retuvieron en una finca cafetera, donde en medio de los matorrales del grano y bajo la noche clara, llorando, se prometió que, si salía de allí, nadie más la volvería a tocar y que defendería a los niños a como diera lugar. Ya en libertad, vio en el Ejército el suficiente poder para hacer algo valioso con su misión, pero no podía enlistarse al cuerpo oficial sin tener una carrera profesional; es entonces cuando aparece la Policía en su horizonte.

Saboreando la gratitud, y el odio

Decidió enfrentar la realidad de su orientación una vez graduada como sub teniente de la Policía en el año 1996, contándole a su familia, al frente de su primera novia, que “desde que tengo uso de razón a mí me gustaban las niñas” dice la coronel Sandra, asegurando que nunca entró al cuerpo policial buscando mujeres, sino más bien saboreando la gratitud de cumplir su objetivo con el primer cargo que obtuvo: comandante de menores en Villavicencio (centro oriente del país).

Después de un titánico trabajo de rescate de menores habitantes de calle y confrontando estructuras criminales que usaban a estos niños vulnerables, llega el año de 1999 para mostrarle la cara más reaccionaria que puede lucir el odio:

“Recuerdo muy bien el 10 de octubre de ese año, cuando un Coronel me confronta por mi orientación sexual y me amenaza con que me va a echar”, relata Sandra Mora, recordando que cumplió su promesa en mayo del año 2000, apoyándose en el poder del grado y las amistades con generales en la cúpula de mando para acabar con su carrera.

Años de incertidumbre

Durante la época, ser abiertamente homosexual se consideraba como una falta al interior de la institución, pero el retiro oficial de la Policía no se generó por la orientación sexual de la entonces comandante Sandra, sino justificado en el marco de un decreto presidencial que facultaba a los directores de la institución a retirar cualquier oficial según sospechas de corrupción, narcotráfico o nexos con grupos paramilitares, esta última, acusación formal por la que se efectúa la sanción.

“Quedé sin nada en las manos. Me notificaron por teléfono casi a las escondidas. Cuando llegué a mi estación de Policía habían botado mis cosas a la basura. Salí echada como la peor delincuente de la institución después de haber sido una de las mujeres más reconocidas para la época” cuenta Sandra Mora.

 

Sin más ropa que uniformes de la Policía, sin suficiente dinero para empezar una vida, sin su novia de entonces que la abandonó a penas la vio despedida; con la espalda que le dieron sus compañeros de curso y las pocas amigas que tenía, a la Coronel Mora sólo le quedó la familia, el juramento de que volvería a la institución y el futuro de una ardua batalla jurídica de 11 años y cinco abogados para reconstruir su vida.

 

Sandra Mora frente a los medio en el 2011 por la noticia de su reintegro a la Policía.

Una batalla que también libró los primeros años en las calles: fue mesera, mensajera, vivió de la caridad; posteriormente trabajó en empresas de seguridad y estudió administración de empresas. Pero no se puede decir que vivió sino más bien que sobrevivió ese tiempo, pues rondando el 2007 empezó a recibir amenazas por hablar del tema en los medios de comunicación: se vio obligada 14 veces a cambiar de vivienda.

Una lesbiana en la Policía

 

“Pienso hoy que el universo me envió a aprender y formarme en este camino para ser hoy en día lo que soy y tener que defender lo que soy al interior de una institución tan ligada a las masculinidades heterosexuales” comenta la Coronel, que define su reintegro como un milagro, pues es el primero que se hace de una mujer lesbiana en grado de oficial a la Policía Nacional de Colombia amparado por el reconocimiento de una sentencia judicial que no sólo logra establecer que existió discriminación a la orientación sexual (gracias al testimonio en 2009 de un Mayor General de la junta que recibió el caso de Mora, que probó que la amenaza hecha por el entonces Coronel fue cierta), sino que hizo un riguroso reconocimiento a los grados de oficial que debió haber cursado Sandra Mora durante sus once años de retiro, que fue como teniente, e ingresa llamada a capitán, luego a mayor y ahora a Teniente Coronel.

 

En 2016 la coronel Mora lideró la firma de un pacto de convivencia ente la Policía y la comunidad LGBTI.

Su lucha no ha acabado tras ocho años de reintegro, pues luego de este tuvo que enfrentar el prejuicio de muchos compañeros y compañeras de fila que no aceptaban su condición u oficiales que apostaron a que no duraría un año en la institución. A pesar de que la idea de retirarse le ronda constantemente en la cabeza, sabe que la lucha por el reconocimiento de las minorías no la puede descuidar: ha logrado frenar retiros de otros oficiales también por su orientación sexual, promover transformaciones grandes no sólo al interior de los policías, sino de la gente, y es el principal enlace de las organizaciones sociales con la Policía

 

A sus 44 años no guarda rencor con la Policía y cuando le preguntan que por qué la defiende, dice entender que todo se debió al poder mal utilizado de una persona para dañar la institución, una a la que le ha dado la vida y con la que, en cada oportunidad que el universo le ofrece para contar su historia, se siente orgullosamente Coronel y lesbiana.