Noticias

Indígenas gais son discriminados en sus pueblos y colectivo LGBT


2018-11-18
http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/noticias.php?a=2018&md=1118&id=273710
Opinión.com.bo

HOMOSEXUALIDAD EN LOS PUEBLOS INDÍGENA ORIGINARIO CAMPESINOS Una orientación sexual distinta es un “secreto” que no se debe revelar en estas comunidades. Algunos denuncian que hay discriminación dentro el mismo colectivo LGBT. Álvaro Chuvé es gay. Pertenece a un pueblo chiquitano, del oriente de Bolivia. Le contó a su mamá sobre su identidad de género hace apenas tres meses. En su pueblo, ven el tema como “una enfermedad o embrujo”.

Shadé Mamani es lesbiana; se identifica como aymara y se autoexilió de su entorno, lo mismo que Isabella Carranza, quien es transexual. Por su lado, Ronald Céspedes, sociólogo, se presenta como un q’ewa quechua y aclara su concepción respecto a la homosexualidad, entre lo ancestral y lo actual.

La homosexualidad en los pueblos indígena originario campesinos de Bolivia es un secreto que no puede revelarse. Las personas del colectivo Lesbianas Gais Bisexuales y Transexuales (LGBT) perciben discriminación y rechazo. Si a esto se suman los orígenes indígenas, la situación es peor. Algunos explican que sienten exclusión dentro el mismo colectivo LGBT. Estos temas fueron abordados durante el Primer Encuentro Nacional de Jóvenes Indígena Originario Campesinos y de Zonas Periurbanas Bisexuales, Lesbianas, Trans y Gais de Bolivia, que se desarrolló en días pasados en Cochabamba.

Bolivia es un país con 36 naciones y pueblos indígenas. De acuerdo con los resultados del Censo 2012, el 40.6 por ciento de los bolivianos mayores de 15 años se identificaron como perteneciente a un pueblo o nación indígena. Además, según las estadísticas internacionales, el 10 por ciento de la población general es LGBT.

La población LGBT tiene distintos denominativos en los pueblos: q’ewa, tevir, doble espíritu, ore abuay, cuña oye mbo cuimbae, q’iwsa o urquchi.

CHIQUITANO Álvaro tiene 19 años. A su edad, ya debía haber “llevado mujer” a su casa, porque si pasa de los 20, comenzarán las “habladurías”.

Es parte de la Asociación de Pueblos Indígenas y Afrobolivianos de Santa Cruz de la Sierra (Apisas) y vive en esa ciudad. Esta organización lucha por la reivindicación de los pueblos indígenas. Pero, Álvaro se siente rechazado en su propio entorno. Explica que “quien sale de la cosmovisión y la vida hombre - mujer corre riesgos”.

Lamenta que se trate de excluir y haya intolerancia hacia las personas gay. Los chiquitanos de su pueblo asocian la homosexualidad con la brujería, conocida como picharerío.

“Los pichareros son los brujos. La homosexualidad es como una maldición”.

También aseguran que ocurre cuando los jóvenes se van a la ciudad.

“Allá se hacen (gay), dicen (…). Hay rechazo, se niega el derecho a ejercer la sexualidad con plenitud”.

Hace un par de semanas, a Álvaro le negaron la oportunidad de ser postulado a la Secretaría de Juventudes de los seis pueblos de la Apisas. Lo asocia con su identidad de género. Tampoco pudo acceder a la secretaría de Género ni la de Planificación.

“Han preferido elegir a otras personas. En el movimiento indígena, el sujeto como tal no les interesa. Les importa más el derecho colectivo. Ahí estamos relegadas las personas de la diversidad sexual y las mujeres”.

Recuerda que, hace tres meses, le preguntó a su mamá si tenía “algo contra la homosexualidad”, y luego le dijo que es gay.

“Ella estaba impresionada (…). Se fue. Antes de irse, me dijo: ‘¿Cómo crees que va a tomar esto tu padre?”.

Pasaron tres mes desde aquel día. Álvaro reconoce que, en su pueblo, el tema es muy complejo.

“Es que no se toma en cuenta cómo nos sentimos nosotros, sino cómo nos van a ver las demás personas (…). Mi madre no lo ha aceptado. Le está costando”.

Como todos los hombres de su comunidad, fue al cuartel con el discurso que le dio su padre, de que era un buen lugar. Él sintió todo lo contrario.

“El servicio militar es muy importante en los pueblos indígenas (…). Me sentía mal conmigo mismo. Tengo resentimiento (…)”.

En su comunidad, la heterosexualidad se fija entre los 18 y 20 años, cuando los hombres presentan a una pareja mujer.

“Los hombres tienen que tener una mujer sí o sí. No te puedes pasar. Si no, la gente habla de ellos como maricones, y dicen que los niños pueden contagiarse. Para nuestros abuelos, es una enfermedad”.

QUECHUA Ronald Céspedes se presenta como un “activista q’ewa”. Es quechua, de Chuquisaca, de familiares del valle y del altiplano.

Explica que no tuvo conflictos en su entorno cercano al asumir su identidad de género.

“Los mayores problemas que he me ha tocado vivir fueron en otros escenarios, donde todavía se resisten a entender la diversidad. Pero, está más basado en ciertas formas de prejuicio filosófico religioso que no le permiten a las personas ampliar su mirada”.

De acuerdo con un estudio situado en la población LGBT del pueblo quechua, el acceso a la tierra es restringido para el hombre homosexual.

Apuntes

Resultados de estudio

* Un estudio de diversidades sexuales y de género en los pueblos ayoreo, guarayo y chiquitano realizado en coordinación con el Colectivo Rebeldía tuvo estos hallazgos:

- Las reacciones expresadas por los comunarios pueden ser bromas y burlas o comentarios agresivos que indican que es imposible que en territorio indígena pudieran existir estas personas.

- El pueblo guarayo discrimina de manera marcada a quienes viven su sexualidad de manera diferente.

- La homosexualidad en los tres pueblos esta vista como una enfermedad.

* En el pueblo aymara existen antecedentes de violación al derecho del acceso a tierras y la expulsión de la comunidad como sanción. Similar situación se da en el pueblo Quechua.

“Dos espíritus”: un concepto ancestral sobre lo homosexual

Ronald Céspedes

Sociólogo quechua

Me sentí en la necesidad de rastrear mi propia historia para comprender la diversidad sexual ancestral. En lo particular, cuando era niño y crecí con la palabra q’ewa, que el diccionario quechua interpreta como homosexual o maricón. Pero esta interpretación es forzada, porque la palabra q’ewa no tiene una traducción al castellano. Pero, si tuviéramos que hacer un esfuerzo por traducir, sería “dos espíritus”.

Es otro tipo de concepto preexistente (...). En la larga historia de la conquista y la colonización, hay palabras indígenas que se reconceptualizaron por el conflicto del choque de estas visiones europeas respecto a la normatividad de la sexualidad en toda una forma de querer hegemonizar hasta el lenguaje del indígena, someter el uso de lenguaje indígena al lenguaje español (...).

Q’ewa, desde la cosmovision quechua, no solamente está vinculado con el acto sexual, con lo afectivo, con lo emocional, sino que estas diversidades sexuales ancestrales están también vinculadas a una conexión con la Tierra.

Yo me reivindico en la categoría de lo q´ewa. Así me presento a dónde voy.

Hay que entender los momentos constitutivos en la historia de la nación quechua. Al igual que todas las naciones indígenas de Bolivia, sufrimos todo un proceso de avasallamiento y de expropiación de cosmovisión, que se vivió antes del período de la conquista.

La palabra q’ewa terminó extinguiéndose. Hoy nos encontramos con dos disyuntivas en la construcción de esta nueva forma de entenderse como indígena en el siglo XXI: entender que hay un proceso histórico que está bastante disperso, que hay que reconstruir; pero, también la videncia de que en muchas comunidades o pueblos de origen quechua hay ciertas conductas de discriminación hacia sus propios comunarios, cuando estos no son heterosexuales (...). Es la consecuencia de un modelo posterior a la conquista.

Shadé sufrió por su apellido, Isabella pensó en suicidio

Isabella Carranza visita a sus padres cada dos o tres meses, y lo hace con discreción; ya en su pueblo, no sale de su casa. Pensó varias veces en el suicidio.

Shadé Mamani se sintió aislada por su apellido, dentro el mismo colectivo de Lesbianas Gais Trans y Bisexuales (LGTB).

Ambas dicen tener raíces aymaras.

Isabella se crió en el campo, hasta los 18 años, en los Yungas de La Paz.

“Emigré a la ciudad, porque en el campo es muy difícil ser una persona transexual. La adolescencia y la juventud han sido muy difíciles para mí. (…). La gente del campo te critica, te cuestiona (…). El 99 por ciento de las personas trans piensa en suicidarse. Yo pensé en eso muchas veces”.

La falta de información y tecnología también le restringieron el acceso a la información. No comprendía lo que le pasaba, y hablar de transexuales no ocurría.

“Ni siquiera se conocía la palabra trans (…). No había libros, no había internet”.

En su comunidad, el tema no se tocaba. Pero, el comportamiento de Isabella, hacía notar su identidad de género.

“Por eso me aislaban. No salía de casa. En la escuela, por ejemplo, nunca había visitado el baño, porque yo me sentía mujercita. Es tan traumático”.

El rechazo hacia ella no era solo alejándola del grupo, incluía insultos.

La presión que sentía hizo que abandonara su pueblo, rumbo a la ciudad de La Paz, donde vive hasta ahora.

“No me arrepiento, pero hubiese sido lindo quedarme, seguir con mis papás. Incluso ahora, me cuesta mucho visitar mi pueblo por no hacer sentir esa incomodidad a ellos”.

Llega a los Yungas cada dos o tres meses. Recuperó una buena relación con sus papás, con quienes trabajó dándoles información. Pero, cuando les visita, lo hace con discreción y evita salir de su casa.

Estudia Administración de Empresas, y está previsto que concluya su carrera el próximo año.

“Va a ser un orgullo por ser una mujer trans. A eso hay que añadirle ser campesina e hija de padres aymaras”.

Shadé también dejó su casa. Se “autoexilió” para evitar que le juzguen por ser lesbiana.

“Así pasó conmigo. Luego me hice visible, hace seis años soy activista”.

En la actualidad, tiene contacto con su mamá y su hermana. Es de El Alto, La Paz, y se identifica como aymara. Su origen indígena le fue en contra.

“Históricamente, el movimiento LGBT ha invisibilizado estás expresiones y el movimiento indígena también ha invisibilizado a las identidades sexuales. Hace años, no se podía hablar, se ha sufrido discriminación; por ejemplo, yo por mi apellido Mamani (…). Por eso, nos exiliamos, hasta por salud mental”.