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Lapidación de gays en Brunéi: “De niños nos decían que la persona no debía morir tan rápido”


2019-04-10
https://elperiodico-digital.com/2019/04/10/lapidacion-de-gays-en-brunei-de-ninos-nos-decian-que-la-persona-no-debia-morir-tan-rapido/
El periódico

Los homosexuales están más perseguidos que nunca en Brunéi. El país asiático anunció recientemente la entrada en vigor de un nuevo código penal muy duro basado en la sharia, la ley islámica, que provocó una condena internacional. El código prevé unas estrictas leyes contra la comunidad LGTB que castigan el sexo entre hombres con la lapidación hasta la muerte. La BBC habló con dos jóvenes de Brunéi que, tras abandonar el país, explicaron cómo era su vida como personas de la comunidad LGTB.

“Cuando éramos pequeños, nos enseñaban que las piedras [para lapidar] no tenían que ser demasiado grandes para que la persona no muriera tan rápido. Si lo piensas, es terrible”, dijo a la BBC Shahiran, que emigró a Reino Unido para evitar la presión.

Shahiran se fue de Brunéi tras mostrarse crítico públicamente con el gobierno.

Shahiran se fue de Brunéi tras mostrarse crítico públicamente con el gobierno. Foto: BBC Mundo

“No reconocí que era gay hasta que me fui y pude ser yo mismo. Luego volví (a Brunéi) y empezó todo: en mi país tenía miedo”. Zoella, una joven que se define como trans y ex musulmana, pidió asilo en Reino Unido huyendo de la discriminación.  “Quiero vivir mi vida. Si rechazan mi petición de refugio, tendré que volver a Brunéi. No puedo cambiar de género, así que la muerte sería seguramente el camino más rápido”, explica.

La vida en Brunéi

Zoella tuvo que adaptar su vida para sobrevivir en su país. “Como pueden apreciar, aparentemente no me comporto de manera femenina. Eso es porque eliminé toda la feminidad. Era el único modo de salir del radar del gobierno para, al final, poder escapar”, afirmó. 

Zoella, que se define como "trans y exmusulmana", decidió irse de su país, Brunéi.

Zoella, que se define como “trans y exmusulmana”, decidió irse de su país, Brunéi. Foto: BBC

Ante la posibilidad de que alguien de su entorno la denunciase a la policía secreta, Zoella sabía muy bien de qué gente se tenía que rodear. “Tuve que buscar amigos que fuesen como yo, es decir, que no fuesen musulmanes practicantes, o que no fuesen religiosos, o gente de la comunidad LGTB“, asegura. ¿Por qué? “Porque, si decidía abrirme a ellos y se lo contaban a la policía secreta, yo también podría denunciarlos”.

Es lo que ella misma define como una especie de “destrucción mutua”.

Shahiran da una pincelada de los cambios que podría sufrir el país con el nuevo código penal.

“En Brunéi éramos una comunidad muy unida, a pesar de que entre nosotros no nos conocíamos muy bien. Ahora, con la nueva ley, me puedo imaginar a mí mismo traicionando y vendiendo a la gente para salvarme”, explica con consternación.

Cuando vivía en Brunéi, Shahiran nunca se mostró tal como es: “Esperaba que no lo supiese nadie. Nunca se lo conté a mi familia cuando estaba ahí”. Zoella también vivía con miedo: “Mis padres lo saben y me apoyaron, creo que porque no tiene más hijos. Pero la cuestión es que si se lo hubiese contado en Brunéi, hubiese tenido miedo de que me matasen igual”.

Al final, los dos consiguieron irse del país.

Shahiran explica que él se fue porque, tras escribir un post en Facebook en el que criticaba al gobierno de Brunéi, lo denunciaron y tenía que ir a juicio por sublevación. Zoella lo tuvo claro desde el principio: “Tan pronto como tuve la edad legal para trabajar, busqué trabajo y ahorré durante un año. Luego me compré un billete de avión a Vancouver”, en Canadá.

¿Y qué pasa con los compañeros que siguen en Brunéi?

“En cuanto a los gays que conozco y quiero, no creo que lleguen a apedrearlos hasta morir. Pero, ante la intensificación de los castigos, sí es muy probable que acaben en la cárcel”, asegura.

Y concluye: “Mi mensaje para la comunidad LGTB es que, por favor, tengan cuidado y traten de salir de ahí cuanto antes”.

La implementación de las penas

Con su nuevo código penal, Brunéi se une al grupo formado por Irán, Arabia Saudita, Yemen, Sudán, Mauritania y partes de Nigeria y Somalia, países en los que también se prevé la pena de muerte para castigar las relaciones homosexuales, según datos de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intergénero (ILGA, por sus siglas en inglés).

Detrás de la aprobación de estas estrictas penas se encuentra el sultán Hassanal Bolkiah, uno de los pocos monarcas absolutistas que quedan en el mundo.

La comunidad gay de Brunéi expresó conmoción y temor ante los “castigos medievales”.

Amnistía Internacional instó a Brunéi a que “detenga de inmediato” la implementación de las nuevas penas.