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Maribel Martínez de Murguía, el oro olímpico que grita: ‘¡Libertad!’


2020-03-21
https://www.lavanguardia.com/deportes/otros-deportes/20200321/474270449837/maribel-martinez-de-murguia-oro-olimpico-barcelona-92.html
La Vanguardia

Campeona en hockey hierba en Barcelona’92, la ex jugadora, hoy coach motivacional, reflexiona acerca de su identidad sexual. Qué mecanismo psicológico tan raro, y común, el que provoca el sentimiento de culpa y de pudor en la víctima y no en el verdugo Juan José Millás Tenga: esta avellana es para usted –me dice Maribel Martínez de Murguía (52). –¿...? –Cuando contempla una avellana, ¿qué parte del cuerpo humano ve usted? Pienso durante unos instantes. Respondo: –¿Un ojo...? –O un corazón, ¿no cree? –Un corazón, sí. –El exterior de la avellana es duro, pero dentro está el corazón. Para llegar al corazón de la avellana hay que golpearla. Dejar que caiga al suelo, que se rompa y se abra. Solo así le veremos el alma. (...)

–Tenía 45 años cuando le dije a mis padres que era lesbiana. Fue un momento decisivo en mi vida. Y también, una experiencia liberadora –me cuenta.

Me lo cuenta a mí. Y antes, a una audiencia amplia. Lo ha contado el 6 de marzo, mientras imparte una sesión magistral en el Auditori 1899 del Barça, Talento más allá del deporte .

Tenía 45 años cuando le dije a mis padres que era lesbiana; llevaba 45 años viviendo en soledad”

MARIBEL MARTÍNEZ DE MURGUÍA Campeona olímpica en Barcelona’92

Maribel Martínez de Murguía, oro olímpico en hockey hierba en Barcelona’92, referente indiscutible de la disciplina, entrenadora de porteros, coach motivacional, profesional aplaudida internacionalmente, tiene 45 años cuando se decide a romper la cáscara de la avellana. Así aflora el corazón.

Maribel Martínez de Murguía tiene siete u ocho años y juega a fútbol, a chapas, a las canicas. Se viste como su hermano. Nada de faldas: pantalones.

Su madre le dice: ‘Maribel, qué poco femenina eres’.

–Mis padres son conservadores, muy tradicionales... –me dice.

Tiene doce años cuando empieza a jugar al hockey en su colegio, en Fuencarral, en Madrid. También se enamora de su profesora de Matemáticas.

Es un amor platónico, interno: no puede compartirlo.

–¡Estamos a finales de los setenta! ¿Quién se declaraba lesbiana entonces? Yo iba por la vida enamorándome, pero no podía decírselo a nadie. Ni a mi hermana, ni a mis amigas, ni a las compañeras del equipo. Era una experiencia hacia adentro, con miedo al rechazo... Ni siquiera tenía referentes cercanos. Era una vida en soledad.

Crece como jugadora: es brillante. A los 17 años ya está en la selección española. En Barcelona’92 es la portera suplente. Gana el oro. Me enseña la medalla. La lleva consigo en sus conferencias. La lleva a menudo.

Me deja acariciarla: es la primera vez que toco una medalla de oro olímpica.

(...)

Mientras juega, estudia. Se licencia en Pedagogía y se gradúa en un máster en Psicología del Deporte. Tras el oro de Barcelona’92, la selección se desenfoca. No hace los deberes.

–Nos creíamos las chicas de oro. Nos rendimos a la autocomplacencia. Recorríamos el mundo con el oro al cuello.

Fracasan en la Copa del Mundo del 94 (octavas) y José Manuel Brasa, el seleccionador, eleva los niveles de exigencia.

–Nos somete a controles periódicos de grasa corporal, salto vertical y carrera continua. Quien no supera los mínimos se cae del equipo y pierde la beca. Ahora solo pensamos en superar esos parámetros.

Maribel Martínez de Murguía entra en una espiral negativa. A un mes de los Juegos de Atlanta’96, el seleccionador le dice que no cuenta con ella.

–¡Sentí que me echaban de casa! ¡Vaya golpe!

Se reconstruye en el Laren HC, club holandés. Mientras juega, se forma como entrenadora de porteros. También halla un amor correspondido.

Vuelve a España. Se incorpora en la empresa Make a Team: imparte conferencias motivacionales. Se va a vivir a Barcelona, frente al mar.

–En Madrid me asfixio. ¡Busco la libertad!

Yo iba por la vida enamorándome, pero no podía decírselo a nadie: ni a mis amigas, ni a las compañeras del equipo; aquellos eran los años setenta”

MARIBEL MARTÍNEZ DE MURGUÍA Campeona olímpica en Barcelona’92

Funda su empresa, Entrenadores con talento. No sale del armario. Solo lo hace ante sus amigos más íntimos. De cara a sus padres, comparte piso con una buena amiga.

Sobrevive en el cascarón hasta que conoce a Carolina, su pareja actual. Deciden inseminarse para tener hijos. Para hacerlo, deben formalizar su relación. Hay que romper la avellana, salir ahí afuera.

Maribel Martínez de Murguía se emociona mientras recupera aquella escena.

La revelación ante los padres.

–Tengo 45 años y faltan unos días para la boda. Voy a visitar a mis padres. Me acompaña mi hermano, que ya está al corriente. Mis padres se sientan en el sofá. Me contemplan mientras les cuento mi vida. ¡Estoy contándole mi vida a mis padres! Cuando acabo, mi padre se levanta, viene hacia mí, me abraza y me dice: ‘Maribel, vuestros hijos serán tan nietos como los de tu hermano. Y yo siento mucho el sufrimiento por el que has pasado en todos estos años’.

Mientras conversamos, sus mellizos, Lucas y Mariam (6), van y vienen.

Son unas criaturas preciosas, el futuro.